Introducción a la sociología (I): Historia y antecedentes
¿Qué es la sociología? Responder a esta cuestión ha creado controversia incluso entre los mismos sociólogos. Y es que lo que aparentaría ser una pregunta sencilla, alude directamente al vasto complejo social que son nuestras sociedades. Se trata de una disciplina heterogénea dedicada al análisis de la vida social humana. Ante tan extenso objeto de estudio, se han desarrollado numerosas teorías, muchas de las veces contradictorias, con las que se han tratado de explicar las relaciones entre el individuo, la cultura y la sociedad. Ello la vuelve necesariamente un campo de estudio multidisciplinar, lo cual ha enriquecido enormemente su corpus teórico, demostrando que las relaciones entre los individuos y el medio en el que viven no pueden reducirse a un único paradigma. Y esta, es precisamente una de las características más importante de la sociología, que se mantendrá a la hora de abordar cualquier fenómeno social: la perspectiva crítica y analítica. La sociología parte de la base de que lo que consideramos como el orden natural de las cosas, responde muchas de las veces a procesos de índole histórico-social que, en forma de convencionalismos, interactúan con los modos de hacer y pensar de los individuos que se enmarcan en poblaciones concretas.
Así pues, lo que se conoce como punto de vista sociológico no es otra cosa que una actitud de sospecha ante la realidad que se presenta como natural. Consiste en tratar de desenmarañar desde una posición de distanciamiento las dinámicas que afectan al comportamiento social, cuestionando aquello que se da por sentado. La sociología, por lo tanto, requiere de descreimiento, de ampliar el horizonte de perspectivas, debiendo en ocasiones de renunciara aquello que parece más fácil de creer, porque precisamente es eso lo que se pone en cuestión: que nuestro propio punto de vista esta mediatizado por lo que se conoce como entorno socializador o proceso de socialización. Es decir, por una parte, investiga la forma en que como los agregados y las entidades sociales (la familia, el sistema educativo, la religión, la ciencia, las empresas, etc.) influyen el comportamiento de las personas, en sus manifestaciones culturales, en sus sistemas de creencias y valores; y, por otra parte, como estas mismas personas con su comportamiento influyen en los procesos de participación y cambio social. Por ello nos encontraremos con estudios sociológico que van desde las migraciones, el trabajo, desigualdad y exclusión social, hasta el comportamiento político o la participación en grupos. Por supuesto este entorno socializador es muy complejo y en el influyen muchas dinámicas, pero como veremos, proporciona una estructura que, si bien no determina a los individuos a comportarse de una manera concreta sin apenas escapatoria ni voluntad propia, condiciona sobremanera su forma de mirar el mundo.
Ahora bien, antes de entrar en materia, es necesario realizar un recorrido por el origen de la sociología, para comprender el porqué la sociedad se convirtió en un objeto de estudio. Si bien el razonamiento sociológico es previo a la aparición de la sociología, es posible situar su constitución como disciplina en un periodo histórico muy concreto: las revoluciones políticas que se sucedieron en la Francia del convulso siglo XIX a raíz de la Revolución Francesa de 1789. A pesar de los efectos positivos derivados de las mismas, el caos y el desorden resultante, especialmente en las grandes urbes francesas, atrajeron la atención de numerosos escritores, siendo la reinstauración del orden social uno de los principales objetivos. Muchos pensadores ponían el foco en la Edad Media, con idealizaciones y vueltas al comienzo. Otros, más conscientes de la imposibilidad de retornar, trataron de teorizar acerca de la cuestión del orden social desde bases más sofisticadas. Así pues, Émile Durkheim, a quien se le otorga el título de padre fundador de la sociología, propuso lo que constituyó una de Las reglas del método sociológico (1895): un hecho social se explica a través de otro hecho social. Es decir, estudiar los hechos sociales como si fuesen cosas. Y así lo hizo con su estudio sobre El Suicidio (1897), donde demostraba que este fenómeno tan aparentemente individual era producido por causas sociales, antes que puramente psicológicas. Así lo hizo también con otra de sus obras más reconocidas: La división del trabajo social(1893), en la cual analizaba la división social con un hecho social que coacciona al individuo, introduciendo su famosa distinción entre solidaridad orgánica y solidaridad mecánica. Con estos conceptos trataba de analizar como influyó en las dinámicas y procesos sociales otro de los factores que marcaron la sociedad de su tiempo: La Revolución Industrial.
El proceso de industrialización, la pérdida de los valores tradicionales, el hacinamiento en las ciudades hará que escritores, intelectuales y artistas comiencen a poner el foco en su entorno más próximo. El mundo occidental se transformaba, y el paso de un sistema agrícola a otro industrial tuvo consecuencias demoledoras en las condiciones de vida de numerosos individuos, que tuvieron que abandonar los campos para ocupar un puesto en las fábricas industriales. Con el naciente sistema capitalista, unos pocos obtenían inmensurables ganancias, mientras que la mayoría trabajaba a destajo por un bajo salario. Así las cosas, no tardaron en seguirse las reacciones contrarias, y las malas condiciones de las fabricas fueron caldo de cultivo para la constitución del movimiento obrero y la aparición del socialismo y el marxismo, aparejadas con un tono de denuncia ante las diferencias sociales o el cinismo de la nueva burguesía. Este contexto provocó también la producción de numerosos escritos feministas, que, aun cuando ya existían teorizaciones acerca de la subordinación de la mujer, encontraron un punto álgido tras las revoluciones americana y francesa. A pesar de que entre ellas se encontraban reconocidas teóricas que influyeron en el desarrollo de la teoría sociológica como Charlotte Perkins Gilman, Harriet Martineu, o Beatrice Potter Webb, sus preocupaciones fueron descartadas por los hombres que se constituían como el poder principal de esta profesión, marginando el feminismo por intrascendente, de manera que sus teorizaciones tuvieron que esperar a los años venideros para recobrar la fuerza originaria.
Así pues, figuras como Karl Marx, Max Weber, el citado Emile Durkheim o George Simmel, se convirtieron en los principales artífices de lo que hoy entendemos como sociología, sentando las bases para la ingente cantidad de doctrinas posteriores con las que se trataría de explicar las consecuencias de los cambios experimentados en la sociedad, poniendo el foco en los procesos de urbanización y la transición demográfica, en los cambios religiosos suscitados por las revoluciones políticas, la Revolución industrial y el hacinamiento urbano, o las implicaciones de el crecimiento de la ciencia y el progreso. Si bien todos los pensadores reconocían los problemas de la naciente sociedad, la mayoría de los primeros teóricos, como Weber o Durkheim, se opusieron al socialismo, comenzando un debate que aún permanece abierto: ¿es posible encontrar una reforma social desde dentro del capitalismo, o es más conveniente apoyar la revolución social que proponía Marx? Como veremos, muchas de las propuestas sociológicas reaccionaran la una frente a la otra en este sentido.
Por otra parte, el proceso de urbanización provocó una emigración masiva a las grandes ciudades industriales, lo que produjo una serie de problemas que antes eran inexistentes: la contaminación, la masificación, el ruido, el tráfico, la criminalidad creciente de la urbe, etc. Se conforma así en torno a la esta preocupación la primera y escuela sociológica: la Escuela de Chicago, que convirtió la ciudad en un auténtico laboratorio sociológico. Dentro de este laboratorio, otro de los aspectos más teorizados en los comienzos de nuestra disciplina, fue el cambio religioso producido por los cambios sociales. Así Weber, Durkheim, o Marx se mostrarán interesados por las religiones del mundo o por cómo estas influían en el comportamiento de los individuos. Por otra parte, el hecho de que muchos teóricos hubiesen recibido una educación religiosa influyó en muchas de sus obras, pretendiendo con la sociología lo mismo que la religión: mejorar la vida de las personas. Fue el mismo Comte quien concibió a la sociología de una forma extraordinaria. La planteó cómo única ciencia capaz de ofrecer un plan magno de reorganización social, como La Ciencia que aunaba a todas las demás. En consecuencia, soñaba con que los sociólogos serían los sumos sacerdotes de una sociedad cuyo calendario sustituiría los nombres de los santos por el de los hombres de ciencia que habrían de regir el mundo. Ello ponía de manifiesto que nos encontramos frente a un cambio de paradigma, y todo el corpus científico realizará un viraje hacia la realidad tangible contraponiéndose al idealismo y convirtiendo al individuo y la sociedad en un objeto susceptible de estudio. El origen de las especies y la teoría de la evolución darwiniana descienden también con Herbert Spencer a los análisis sociales, y la sociedad pasa a ser concebida como un escenario dominado por la supervivencia del más apto. El positivismo filosófico comienza a extenderse con Auguste Comtepor todos los ámbitos de las ciencias, en contraposición con las proposiciones de Rousseau o Voltaire, a los que el sociólogo achacaba la anarquía reinante en la sociedad. Lo real, útil, cierto, preciso, constructivo y relativo debía sustituir al esencialismo, sin teorizaciones abstractas ni hipnotismos.
Hoy en día resultaría pretencioso seguir pensado la sociología al modo de Comte; sin embargo, debe reconocerse que la disciplina y la metodología que inició nos permiten comprender mejor el mundo en el que vivimos, tal y como intentaremos desgranar en las entradas.
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