La contradicción del desarrollo sostenible

¿Cómo se puede crecer indefinidamente en un mundo de recursos finitos? ¿Qué es más importante, la conservación de la biodiversidad o el crecimiento del PIB? ¿Cuáles serán las consecuencias de un crecimiento sin límites?

desarrollo sustentable sostenible

Estas preguntas, y muchas otras, exponen el problema que intentan resolver los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Estos objetivos buscan enlazar tres conceptos (sociedad, medio ambiente y economía) de manera que se garantice el crecimiento económico, la inclusión social -fin de la pobreza y extrema desigualdad-, y la sostenibilidad ambiental. En definitiva, es la idea del desarrollo sostenible. Pero antes de exponer por qué creo que este concepto es contradictorio, expondré brevemente su historia.

Des de 1972, con la publicación del informe The Limits to Growth, autora principal del cual es Donella Meadows, se empieza a considerar seriamente la idea que no podemos seguir creciendo sin límites, es decir, se toma consciencia de la crisis ambiental. Quince años después, Gro Harlem Brundtland, ministra de Noruega, establece en la Conferencia Brundtland (1987) la definición más conocida de desarrollo sostenible, esto es, “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras de satisfacer sus necesidades”. Veinte años después de esta primera conferencia mundial, en 1992, se celebra el Rio Earth Summit, donde se también establecen prioridades encaminadas en ese mismo sentido, así como establecer los Objetivos del Milenio para el desarrollo sostenible con el establecimiento de la Agenda 21. Aun así, los compromisos medioambientales de Rio fracasan en la Cumbre de Kyoto celebrada el 1997. Finalmente, esta preocupación por el Medio Ambiente ha vuelto a resurgir en las agendas públicas. En 2015, con la aprobación de la Agenda 2030, la celebración de la COP21, la aprobación del Pacto Verde Europeo…). Pero, ¿realmente es posible crecer sin perjudicar el medio ambiente, tal como se establecen en estos pactos? ¿Qué entienden los países por desarrollo sostenible?

A día de hoy, todavía no está claro que significa el concepto de desarrollo sostenible. Lo demuestran las diversas visiones que se aproximan al concepto de forma muy diferente. Por una parte, existe la concepción de acuerdo con la cual la explotación de recursos naturales y el crecimiento del PIB son necesarios. Se confía en los mercados y en la evolución de la tecnología como los instrumentos que permiten que el sistema perdure en el tiempo, y por ende, que sea sostenible. Dentro de esta concepción la naturaleza tiene un valor únicamente instrumental. Normalmente, esta visión es respaldada por los economistas, y se la conoce como la visión “optimista”. Los favorables al crecimiento sostenible consideran que la tecnología será capaz de mitigar los problemas del uso ineficiente de los recursos por lo que será posible crecer económicamente a un ritmo tal que permite la regeneración del medio ambiente.. En definitiva, confían en la evolución y establecimiento de la economía circular[1].

Por otra parte, existe la visión opuesta, defensora del decrecimiento económico. Según esta visión, hay que dejar de utilizar el PIB como medida de desarrollo y basarse en otras concepciones de lo que entendemos por bienestar. Según esta percepción, la naturaleza también tiene un valor intrínseco, independiente del uso que le damos los humanos. Esta visión es asumida por la mayoría de activistas ecologistas y el cuerpo científico, conocida como la visión “pesimista” del crecimiento, que aseguran que la tierra no puede soportar por siempre la demanda creciente de recursos (aunque estos sean renovables). Esta visión asume que se tiene que abandonar la idea de crecimiento, para conseguir llegar a una situación de equilibrio con el medio natural. Esto es, y volviendo otra vez al concepto de economía circular, hay que controlar el tamaño del círculo. Pues si este es muy grande, es irrelevante si una economía hace servir material reciclado y energía renovable, ya que en algún punto llegará a un límite insostenible. Respeto a este punto, es importante remarcar que en todo crecimiento económico hay implicado un consumo de energía y un uso mayor de recursos, aún más si se tiene en consideración el hecho que no es posible alcanzar un reciclaje del 100%. Por otro lado, hay que considerar el propio gasto energético implicado en el proceso del reciclaje. Todo esto deriva en la no limitación del impacto ambiental de las actividades económicas, mayor del que la Tierra puede soportar, y más aún, teniendo en cuenta las previsiones de crecimiento de la población a nivel mundial.

Estas visiones opuestas reflejan la vaguedad del concepto. Muchas veces se hace referencia al desarrollo sostenible como el desarrollo de un país o territorio que tiene lugar sin que haya un deterioramiento del medio ambiente ni los recursos naturales de los cuales dependen las actividades humanas, el desarrollo económico y social, tanto del presente como del futuro. Eso es, el proceso de mejorar la calidad de vida humana dentro de los límites del planeta. Una visión que intenta contentar las y los “fanáticos” del crecimiento económico y, a la vez, las visiones pesimistas de las y los ecologistas “pelmazos”. Pero contentar a todo el mundo es difícil y hacer frente a esta contradicción es importante.

Por ejemplo, hay autores que argumentan que el ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico del 3% anual) es incompatible con los ODS de sostenibilidad (11,12,13, etc). Hickel argumenta que si se quiere cumplir con los acuerdos de París, los países ricos no pueden seguir creciendo un 3% anualmente, puesto que la tecnología disponible no es efectiva para desacoplar la relación entre crecimiento económico y emisión de gases efecto invernadero. Teniendo en cuenta que el tiempo es limitado, el objetivo es limitar el calentamiento sin dejar de crecer requiere avances tecnológicos sin precedentes y que ya deberían ser aplicados[2].

Por otra parte, en las sociedades actuales se confía en las políticas de pleno empleo como garantes del bienestar social. Pero este contrato social ha sufrido y está sufriendo debido a la reducción de empleo, entre otros, fomentando la aparición de lo que muchos autores llaman “el precariado”. ¿Es entonces el crecimiento económico sinónimo de bienestar si éste no se traduce en empleo y políticas sociales? Si miramos los datos veremos cómo países con un PIB más bajo que, por ejemplo, los Estados Unidos, tienen una calidad de vida mucho mayor que éste[3]. Por ejemplo, Finlandia se posiciona en cabeza como país en calidad de vida, aun teniendo un nivel mas bajo de crecimiento económico que el top 10 de los países de la OECD[4]. Esto no significa que el PIB sea un indicador irrelevante en materia de bienestar, pero sí que no es la única magnitud a tener en cuenta. De hecho, des de la ONU ya se empezó a utilizar el Índice de Desarrollo Humano como nuevo indicador de desarrollo, incorporando factores como la salud de la población y su nivel educativo. Aunque en este índice no se incluye un factor que el profesor Simon Kuznets también consideró clave, esto es, el nivel de deterioro del medio ambiente. También se critica el hecho que dentro del PIB se incluye la riqueza derivada del comercio de las armas, o que no se incluye el tiempo libre o el índice de pobreza del país, como tampoco el índice de Gini, indicador de desigualdad. Midiendo otros factores importantes es cuando se establece una nueva imagen.

Así mismo, también se ha puesto muy de moda dentro de las instituciones el concepto de economía circular, y en las empresas, que lo utilizan como técnica de “greenwashing”. Pero hay que tener cuidado con este concepto. Está muy bien que una economía utilice energías renovables y no genere residuos pero esta es una realidad que, no obstante, está lejos de conseguirse. Sea como fuera, y como decíamos, aún es más importante tener en cuenta el tamaño del círculo. Como ya se ha mencionado antes, a más demanda, más extracción de recursos, por lo tanto el impacto en el medio ambiente se incrementa, aun habiendo un proceso de reciclaje óptimo.

Teniendo en cuenta que no se podrán cumplir los Acuerdos de París y las consecuencias que se prevén de la situación de emergencia climática, el decrecimiento parece una solución atractiva al trilema de crecimiento económica, equidad (inclusión social) y sostenibilidad ambiental, es decir, elegir quedarse con la equidad y la sostenibilidad ambiental. ¿Es posible entonces, la equidad y el fin de la pobreza sin crecimiento económico? Presentados los hechos, este puede ser el inicio de un nuevo debate que dejo para más adelante, es decir, presentar la visión pesimista sobre el crecimiento como una solución óptima al problema.


  • Hickel, J. (2019). «The contradiction of the sustainable development goals: Growth versus ecology on a finite planet». Sustainable Development, 27(5), 873-884.
  • IPCC. (2018). Global warming of 1.5°C–Summary for policymakers. Switzerland: IPCC.
  • Mensah, A. M., & Castro, L. C. (2004). Sustainable resource use & sustainable development: a contradiction. Center for Development Research, University of Bonn.
  • Puig, I. (2017) «¿Economía circular? De momento, solo empezando a curvar la linealidad». Recupera, 100, 65-66.

[1] Muy brevemente expuesto, la economía circular hace referencia a un tipo de economía que replica el ciclo de la naturaleza al usar material reutilizado. Supone la gestión en bucle de los recursos con el objetivo de reducir su consumo global, es decir, tiene en cuenta todo el ciclo de vida del producto. Se dice que el objetivo de la economía circular es cerrar el circulo, pues esto supondría no depender tanto de materias primeras, a través del ecodiseño, la reutilización, el reciclaje o la prestación de servicios en lugar de productos.

[2] Hickel, J. (2019). «The contradiction of the sustainable development goals: Growth versus ecology on a finite planet». Sustainable Development, 27(5), 873-884.

[3] Se pueden consultar los datos en una gráfica muy interesante elaborada por la OECD. En la dimensión horizontal se reflejan las condiciones materiales como riqueza, trabajo o vivienda; mientras que en la parte vertical se refleja el nivel de la calidad de vida, aspectos como el bienestar subjetivo, la salud, el tiempo libre, etc. Los países que se especializan en la calidad de vida están por encima de la línea de 45º que divide el gráfico. El ejemplo más claro es Finlandia, que obtiene una nota de 8,4 en calidad de vida (y los EEUU 4,1), mientras que en condiciones materiales los EEUU son los que se sitúan más en la parte inferior-derecha, ya que tienen una nota de 9,3 (y Finlandia de 4,8). OECD (2017), «Comparative performance on material conditions (x-axis) and quality of life (y-axis): OECD countries, latest available data», en How’s Life? 2017: Measuring Well-being, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/how_life-2017-graph1-en.

[4] Consultado en https://data.oecd.org/gdp/gross-domestic-product-gdp.htm

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Pablo Rodrigo Motos

Soy Pablo Rodrigo, autor de la comunidad epoje.es. He estado trabajando en el mundo del tarot durante casi 14 años, y quiero compartir todo lo que he aprendido con los demás.

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